sábado, 3 de septiembre de 2011

El cáncer cambio mi vida.


En momentos en los que soñaba con la perfección, planificaba una vida entera y tenia esperanzas en que todas mis metas se cumplirían, la vida comenzó a tomar un rumbo distinto y en un segundo el sol se torno gris, gotas de agua cayeron y mi corazón se rompió.

Yo lo presentía. Era ese sentimiento extraño de que todo era muy perfecto para parecer real. Era un sentimiento de desconfianza sobre la felicidad, sobre mi destino, sobre mi vida. A pesar de ello soñaba, vivía y existía con la felicidad y las risas; no había imposible y el mañana lo dominaría yo y solo yo.

La mayor parte de mi vida estuvo rodeada por los planes de cómo hacer las cosas, por las metas que deseaba en mi vida, por la perfección de la felicidad, pero las entonces las cosas suelen cambiar.
Un viernes de mayo del 2010 una llamada cambio mi vida. Aun recuerdo su tono de voz. Aun recuerdo como el sol se escondió de mi vista y como el mundo empezó a dejar de existir. No sabía qué pasaba. No podía creer que esto estaba sucediendo. No podía controlar mi corazón. No podía respirar con tranquilidad. No podía ver los colores. No lograba vivir como antes.

Llore hasta que no tenia lagrimas. Grite para que dios me escuchara mi dolor. Aun recuerdo esos días en los que tomaba para olvidar el dolor, en los que mi vida dejo de tener sentido. Esos días que acabaron lentamente con mis planes, con mis esperanzas, que hoy me atormentan día y noche. Lloro solo, no puedo llorar con alguien más. Lloro de noche, lloro con mis anteojos de sol puestos y así las miradas no entran a mi alma. Lloro y escribo, ese soy yo.

¿Soledad? ¿Miedo? ¿Incertidumbre? ¿Negación? Todas las he tenido. Hoy soy un resignado. No lo he superado, aun lloro y por ello soy un resignado. Quiero salir corriendo pero no puedo hacerlo. Quiero huir de este dolor pero algo dentro de mí me niega hacerlo.

Esa llamada me hace llorar aun. No logro superar lo insuperable. No logro dejar de pensar que todo tiene un fin y que tal vez esta a la vuelta de la esquina. La primera pregunta fue claramente ¿Por qué en mi vida? ¿Por qué apareció en este momento? ¿Por qué? Grite pero dios nunca oyó.

Hoy ya son 16 meses desde aquella llamada. Hoy ya son más de mil visitas a hospitales. Hoy ya no me preocupa la muerte porque vivo con ella. Hoy trato de ser feliz y disfrutar todo momento lo más que puedo. Hoy trato de vivir aceptando que la muerte llegara en algún momento pero aun no. Nadie comprende lo que pasas y tratan de consolarte con simples frases que solo consuelan a niños, pero ya no me engañan a mí. Se lo que trae ese enemigo silencioso. 

Si tu dios es tan justo y tan amoroso, porque pasa esto?
El cáncer cambio mi vida. Se puede vivir con él, pero no sobrevivir a él. El cáncer cambio mi vida pero no ha acabado.