miércoles, 27 de noviembre de 2013

El porqué renuncié a mi vida como la conocía.

En los siguientes párrafos detallaré las razones por las cuales renuncie al modelo de “éxito” que se me planteó desde niño mediante una sociedad exclusiva en donde el dinero, el nivel académico, las posesiones materiales terrenales y el egoísmo viven en una eterna competencia y lucha contra quienes nos acompañan el día a día.

Claramente mientras escribo esto sé que los cuestionamientos mediante pensamientos hipócritas, no directos y a mis espaldas llegarán. No obstante, es por ello que intentaré poner en papel las razones por las cuales dejó de lado mis sueños en su modelo de “éxito”:

1. He pasado muchas cosas en mi corta vida, muchas cosas que van desde mi adopción hasta el cáncer de mi madre. He pasado muchas cosas que me han enseñado con fuertes lecciones que la razón por la cuál estoy, al menos yo, en este mundo es para ser feliz, para sonreír, para inspirarme, para vivir, para respirar la libertad del viento que a lo lejos veo acariciar a las montañas.

2. Basándome en el primer punto puedo evidenciar que no quiero vivir mi vida en una oficina de un banco ganando millones por mes pero sin poco tiempo y espacio para ver a mi familia. Puedo evidenciar que mi inspiración surge por cosas que no son materiales, sino por el sentimiento de volar por el aire en un cable, de mirar a los ojos a esa persona que mueve montañas en mi interior mientras conduzco por los caminos de mi país. Puedo evidenciar que aunque si pienso prepararme para ser profesional en varias carreras, como hasta hoy lo he hecho, no pienso entregarle mi intelecto y mi inspiración a un oficio que sea solo de éxito para aquellos cerrados de mente que buscan lo vacío que yo simplemente no quise obtener.


3. De igual forma, basándome en el primer punto pienso que la vida es muy corta para vivir según lo que otros esperan que yo haga. Esperando vivir toda mi vida siguiendo estatutos clásicos que definen la felicidad y el éxito mientras mi cuerpo lentamente se pudre en la inmensidad de una sociedad excluyente y egoísta. No, no quiero esperar a que un cáncer llegue a mi vida para darme cuenta que no logré disfrutarla como mi corazón realmente deseaba. Salir corriendo bajo la lluvia, ver un atardecer acostado al hombro de esa persona que me ame o simplemente sentir el viento. Soy feliz recorriendo mi país, soy feliz comiendo en un banco de madera de un mercado municipal, soy feliz hablando, razonando, criticando y siendo criticado. Soy feliz recorriendo los caminos de la vida y no simplemente un bar y un mall cada fin de semana. No, para mí hay más.

4. Soy un alma rebelde. Nunca pude quedarme tranquilo en una iglesia, nunca pude dejar de criticar al sistema cuando logre ser un tanto analítico. Lo admito, soy un matón y simplemente no puedo callar cuando sé que algo anda mal. Y algo anda mal en este momento, en este mundo. Por mucho tiempo pensé que la famosa “exclusividad” era lo que necesitaba para ser feliz, que comprar comprar ropa de cientos de dólares me haría feliz y que tener ese estilo de vida era mi objetivo en la vida. No pude estar más equivocado.

5. Creo que la “humildad” se me subió a la cabeza y tantas idas al mar llenaron mis neuronas de sal por lo que no puedo pensar con claridad. Si es eso, pues que bien que sucedió porque ya no quiero dinero. No quiero dinero que esclaviza mi alma, mi espíritu y me aparte de mi familia. Para muchos es importante, y lo respeto completamente. No para mí. Ya no es importante el “éxito” que pueda forjar frente a aquellos a quienes les vendo mi intelecto. Sino que mi éxito está en ver una sonrisa de mi madre, en ver una sonrisa mía en el espejo del carro o simplemente está en sentarme a escribir con un paisaje inspirador frente a mí.

Tengo muchas más. Sin embargo creo que la lectura se puede hacer pesada para muchos quienes para este momento ya han cerrado la ventana.

Con esto no rechazó mi deseo de explorar una tercera carrera universitaria y en un futuro explorar posgrados o demás. Simplemente, mi vida se basa en algo simple: He descubierto que los placeres simples de la vida: amor, familia e inspiración. Todo esto lo veo implementado en mi vida en este momento, lo veo porque así fortalezco lo que muchos llaman “valores” aunque ya los hayan perdido. Porque así creo que hago un mundo mejor, un mundo más humano, con más espíritu y sin tanta mediocridad de pensamiento esclavizado. Porque creo que siguiendo estos pasos, cuando esté anciano en una mecedora con una taza de café y un puro en mi mano, viendo a mis nietos o a mis hijos o simplemente mirando el horizonte frente a mí, me sentiré bien de haber logrado vivir a como mi corazón pedía.


Con esto recalco que no pretendo criticar a nadie ni destruir sus sueños. Simplemente fue así como mi corazón me dijo que esta bien no ser un exitoso empresario siempre y cuando al final de mi vida pueda ser feliz y haber hecho felices a quienes me rodearon en el trayecto.