domingo, 11 de agosto de 2013

Una noche de fría pasión.

Ha anochecido y la fría brisa trae murmullos de aquellos que me hablan a los lejos. Recuerden que muerto vivo apagado en este vacío inspiracional y desde el balcón de mi cuarto me dedico a mirar por la ventana aquella luces de mi ciudad, imaginando que cerca de alguna me estarás pensando y amando.

Es entonces cuando los murmullos se convierten en recuerdos de lejanía, de silencio, de reclamos hacia mí mismo por no cumplir con lo que quienes amo piden de mí. No se trata de nada fuera de lo normal, se trata de lograr sentir y dejar ese vacío de lado. Mi problema está en no sentir nada.

Es entonces cuando suena esas tonadas de la guitarra que me recuerdan esos momentos en los cuales pasaba mi mano por tu torso desnudo mientras me veías con esa mirada llena de amor e ilusión, llena de vida, llena de una historia por construir. Es entonces cuando logro inspirarme, cuando pienso en tu mirada, en tus ojos, en tu ilusión, en nuestra ilusión juntos.

Si tan solo pudiera pausar el tiempo al momento en el que mi corazón latía tan rápidamente que mis músculos no sabían cómo dejar de temblar ante tus abrazos. Si tan solo pudiera regresar el tiempo para poder volverte a conquistar como en un momento logré hacerlo. Amaría poder compartir mi mente contigo, amaría poder tener a mi lado en este momento.

Me sostienes sin tocarme, manteniéndome en vida con solo mirarme. Es entonces cuando cruzo valles y montañas con tal de al menos verte por minutos sentado a mi lado. Es por ello que amo verte reír, amo verte feliz, amo ver como logro crear una gota de vida en tus ojos y descubrir nuevamente esta ilusión que ambos construimos juntos por meses de apasionado amor.

Como deseo que estuvieras junto a mí. Como deseo sentir tu calor junto a mí en las noches. Como deseo lograr tocar tu torso desnudo, esa piel que son palabras de inspiración, que es tan suave como las telas más finas del universo, solo que esta me inspira.

Es una noche fría, otra solitaria noche fría. Duele saber que estás en tu casa llorando por mi culpa, por mi irreverencia y falta de carisma. Duele saber que estás lejos de mi cuerpo y que mi alma únicamente anhela estar a tu lado para poder vivir. Duele pensar que fui yo quien poco a poco logro alejarte.

Como quien tira de una cuerda que poco a poco se fue rompiendo, así fue que me di cuenta que tus ojos poco a poco los fui cerrando yo mismo. Despacito como cuando tu dormías me gustaba mirarte e imaginar que yo conquistaba tus sueños, tal y como prometí hacerlo. Para mí lo más hermoso era amanecer  junto a tus ojos iluminando el mundo.

Te echo de menos, le digo al aire, al viento que rodea mi cuerpo, ese mismo que tu lograbas calentar todas las noches con esos abrazos que valen para mí más que el oro. Te busco, te siento, te pienso y sé que como tú no hay nadie en este mundo. Nadie me logra inspirar tanto como tú logras cuando te miro a los ojos. Esa mirada de ilusión, de amor puro, de historia moderna.

Yo aquí muero lentamente cada vez que no estás conmigo, con mi cajita de la vida llena de las esperanzas de poder hacerte el hombre más feliz del mundo y no caer en el intento. Tengo necesidad de amarte, oírte, de mirarte. Tengo razones para amarte, tengo mi vida como prueba de ello. Tengo razones de sobra para rogarle al viento que te diga que vuelvas a mi lado aunque sea al menos como una sombra.

Fuiste tú quien me dio a probar la felicidad pura e inspiradora, mi aire huele a ti y cama aun tiene tu gorma grabada encima. Cada esquina de mi mundo tiene un recuerdo tuyo, no hay nada nuevo o nada que quiera compartir con alguien más. Mi cama se hace fría y gigante y en ella me pierdo pensando y recordando aquellos días en los que te besé y abracé lentamente.

Sin notarlo, poco a poco, fuimos escapándonos a nuestro abrazo, perdiendo el calor y la pasión. Te extraño, mi piel extraña tu cuerpo a su lado, tu aroma, tu voz, tus ojos. Extraño que me beses y que con pasión me lleves al cielo. Extraño darte mis palabras que con pasión te entregaba a sentir esa desesperación que hoy tengo porque sea tuyo, al menos un instante más.

Quiero escaparme al fin del mundo contigo, darte aquello que mas amas, darte aquello que más extrañas de mi. Quiero tocarte mil canciones de amor en el piano, quiero ser uno contigo, quiero una vida a tu lado. Estoy destinado a amarte, estoy destinado a escribirte hasta el lecho de mi muerte. Estoy destinado a llevarte en mis brazos hasta el cielo.

Tengo cicatrices por todo el cuero, cicatrices de guerra que tu curaste con tus amor. Es de noche, estoy golpeado por la vida y te necesito en este momento. Mi casa está tan vacía porque tú no estás en ella, así estuvo mi corazón ese tiempo en el que casi nos perdemos.

Sé que alegro tus mañanas, sé que te doy un aliento más para cada día, te que soy tu pasión por la vida, pero tu mi amado, tu eres la vida per sé para mí. Sé que no soy perfecto, hay muchas cosas que hice que desearía no haberlas hecho. Pero por tu amor continuo con la esperanza de aprender, de luchar y de darte lo que mereces.

Solo quiero que sepas que por ti encontré la razón para comenzar a aprender, a luchar y a cambiar, eres la esperanza que el destino quiso poner en mi camino.