domingo, 25 de junio de 2017

Corta, basura y cruda realidad

Como quién busca luz en las tinieblas. Como sin darme cuenta, cerraría los ojos para no afrontar una cruda realidad.

Existe un aroma que todo lo rodea, no lo veo, pero lo siento. Ese aroma que dejaste en mi mundo. He cerrado la vista y mis ojos para no afrontar una cruda realidad, pero el aire de cristal sigue a mi alrededor.

En una esquina de mi mente, hay un avión estrellado, un sueño entregado a la roca. Está perdido en un abismo tan grande que abraza un pasado y destruye un futuro. Hay una mano que se tiende pero no alcanza a tomarla.

Ya no está ahí, ya no estoy aquí. Y es cuando recuerdo que dicen que el silencio, ese que mi mente escucha con solo caer las hojas de aquellos arboles con esas rafagas de viento, ese silencio es nuestra forma mas elocuente de mentir. Nuestra forma mas simple de no aceptarlo, o al menos eso quiere mi mente. Desechar la idea de que ya no me extrañas y ya no me amas. Ya no me quieres. Me miento, te mientes.

En mi mente habita tu silencio, en tu mente habito yo. Estuve yo. Ahora no lo sé. Siempre queda un poco de dolor. Siempre queda el sentimiento de un abrazo, la mirada de una sonrisa, el sentimiento de su piel. Pero cuesta ya recordar, cuesta ya ver y sentir memorias. Cuesta pensar alguna vez en tí.

Ahora estoy aquí escribiendo. Vivivendo los recuerdos, la ilusión de un amor fallido, de un sueño dañado, de un sueño olvidado. En mi silencio habita tu olor. Nunca lo olvidaré. En tus ojos habita tu dolor, es notable. O al menos eso quisiera sentir, quisiera saber.

Le dije al aire que te busqué, te sentí, te pensé. Una parte pequeña de mi mente aún te espera cansada y a oscuras. Pero otra parte ha empezado a aceptar que todo fue un sueño, todo fue una ilusión, nada fue nunca real.

O  al menos asi debo verlo, debo verlo y lo veo cuando te analizo. Cuando analizo que me pones en peligro. Que llevas el peligro a casa. Debo analizarlo así cuando aceptó que ya no te importé. Que dejaste en la basura todo lo que intenté hacer. Todo lo que intenté hacerte vivir. Tu progreso, tu vida.

Nos dejaste en la basura. Esto es un proceso de aceptación porque ahora no te mando ni besos de agua. No te mando besos. Lo hice. Pero ya no. Ya no pude hacerlo más.

lunes, 19 de junio de 2017

Para ella, mi viejita.

Hoy te extraño. Hoy te siento, te miro, te pienso, te quiero. Hoy te veo en mi mente porque ya no puedo verte con mis ojos. Hoy te pienso para vivir aquello que hoy son memorias, solo recuerdos.

Aún vives en mi mente al menos. Aún cierro los ojos y siento tus abrazos o me quedo en silencio y escucho tus risas. En cada esquina, recuerdos de tu vida. En cada esquina, tu sonrisa y esa felicidad innata.

A veces bajo en silencio a tu cuarto, me siento en tu cama, miro por la ventana esperando verte llegar a casa. Aquel sueño de verme entrar a casa con mi hija de la mano no llegó, no llegará. Tal vez si me has visto llegar con ella alzada. Tal vez tu si me puedas ver.

Y debo admitirlo, es curioso pensarte. He aceptado el hecho de que no volverás. He aceptado tu partida, nuestra despedida. He perdonado mis errores, mis faltas y las tuyas.

Por años intenté prepararme para el momento en el cual cerraste tus ojos. Fueron casi 5 largos años en los cuales supe en todo momento que ese instante, esa tragedia a mi vida sucedería y, a pesar de que intenté prepararme, me golpeo el alma, me destruyo por meses, me quito mis ganas de vivir por instante. Me dejó solo de rodillas pizoteado ante el mundo, sin fuerzas, sin inspiración, sin alma.

Y es que desde niño siempre lo fuiste todo. Fuiste amor puro, el mas puro y bello amor de madre que haya visto en mi vida. Fuiste protección, la guía, seguridad, sabiduría,... Lo fuiste todo.

Fuiste mi mayor bendición, fuiste el regalo de Dios a un niño a quién la vida le había abandonado. Fuiste mi salvación, mi futuro. Una mano solidaria, una mano de amor desinteresado. Eso fuiste. Fuiste amor puro, un ángel.

No puedo expresar de otra forma lo que fuiste cuando me miraste en aquel albergue y te tome de tu dedo con mi mano. Desde ahí lo fuiste todo para mi. Desde ese momento empecé a vivir y dejé de morir. Fuiste mi soporte, mi camino. Fui tu inspiración pero tu me salvaste, me cuidaste y me amaste hasta el último hasta luego que nos dimos ese viernes a las 5:20am. La última vez que te vi viva.

En su momento estuve muy molesto. No podía entender como otras personas que nos habían hecho daño aún estaban vivas y tu no. No lo entendía. No entiendo realmente cual fue el proposito de esto. No entendí porqué te fuiste y 10 días despues me daba cuenta que sería papá.

Dios. Como deseaba compartir eso contigo. Como deseaba que vieras tus nietos correr por la casa, por el patio, ver a tus nietos en tus brazos. Sé que anhelabas ese momento. Sin embargo, te fuiste, y 10 días después tuve la sopresa. 10 días. Y eso tampoco lo entendí.

Claro, en su momento pensaste que me dejabas en las manos de una mujer. Lo que no sabías, es que quién sería mi soporte luego tu partida, sería esa pequeña mujer que ya crecía dentro de alguien más. Era, y és, esa pequeña mujer quién hoy me da inspiración para vivir.

En su momento, no entendí como Dios no te había dado la oportunidad de saber que serías abuela, que no me dejarías solo. Pero luego comprendí que te hubiera sido aún mas difícil decir adiós viendo a tu nieta crecer. Creo que tal vez omitir esa parte fue aún mas fácil.

Dios actúa de formas que aún no logro comprender. Eso es algo que siempre decías. En su momento, en su forma. Pero debo admitir, que he madurado mucho con todo esto. Soy un hombre de quién sé que estarías orgulloso.

He aceptado la vida. El camino que dió. He aceptado que el amor de una madre no tiene comparación pero el amor de ser padre, de ver a Luciana crecer es algo tan mágico e inspirador que al menos comprendo una pequeña parte de tu amor por mí. Sigo aprendiendo de tu legado. De tus enseñanzas.

Debo admitir que aún no me logro recuperar al 100%. Ya no estoy en depresión y lo sé,  te mentí. Te mentí al decirte todos esos días que estaría bien, que no lloraría, que no me deprimiría, que todo seguiría normal. No cumplí mi promesa. No pude hacerlo. No había forma de pasar por tal tragedia sin deprimirme, sin llorarte, sin sufrirte, sin perder mi magia.

No había forma de pensar que no había pasado nada, cuando en realidad mi vida se derrumbó y quede solo ante el mundo. Sin tu guía, sin tus consejos, sin tu sabiduría, sin tu apoyo. Quedé solo. Todo cambió, la familia, mi vida, mi inspiración, mi magia. Fue difícil.

Tuve miedo durante meses. Miedo por ser padre, miedo por estar solo. Miedo porque sabía que no tendría mas mensajes tuyos a mi celular preguntandome donde estaba o si llegaba en la noche.

No fue fácil. No lo ha sido. Aún no recupero mi magia al 100%. Y sé que por este duelo, algo extenso pero necesario, es que ahora solo tengo una mujer en mi vida, esa única mujer que sabías en tu interior que me cuidaría y sería mi soporte de vida. Tu nieta.

Y lo sabías, sabísa que sería una mujer quién seria mi soporte ante la vida. Lo supiste siempre. Y hoy lo es. Hoy es ella quien le dicta a mi corazón como moverse y a mis ojos donde mirar. Entiendo tu amor por mi al ver mi amor por ella. Entiendo muchas cosas que me dijiste, enseñaste, me diste.

Entiendo muchas de tus enseñanzas y hoy si las pongo en práctica. Fuiste realmente un libro para mí. Fuiste realmente todo para mí. No podía superarte en un año, no podré superarte nunca. Siempre serás fortaleza y sabiduría pero como decias: "Dios todo lo hace perfecto" y hoy lo vivo, lo creo y se lo voy a enseñar a tu nieta.

Fuiste perfecta para mí, espero darle a mi hija la mitad de lo que me diste a mi.

Te amaré por siempre viejita.
Gabriel.

miércoles, 14 de junio de 2017

i m p a c t o

A veces uno se topa con una pared de frente. Hay que variar el rumbo o afrontar algo que no se entiende. Es obligado. Es afrontarlo.

Hay que hacer lo que se tiene que hacer, no lo que se debería hacer. Aunque debería es una palabra que por contextos cambia.

Pensarlo, razonarlo y vivirlo, llorarlo y esconderlo, nada de eso ayuda a afrontar esa pared. Esa decisión de virar el rumbo. De modificar el status. De tomar una decisión. 

Sé que camino tome. Que camino debía tomar. Que camino debo seguir. No me arrepiento de ello. Me arrepiento tal vez de las razones que llevaron a tal pared. O de los factores que construyeron y pintaron dicha ilusión que luego no fue más que concreto real. 

Quiero, pienso y siento. No estoy vacío. No vivo por lo que pensaran otros. Vivo intensamente lo que la música, las luces, los colores y la falta de todo ellos me dictan. 

Mi corazón crea historias. Crea castillos, crea cárceles, infiernos, realidades, fantasmas. A veces me pierdo en mi mente. A veces me pierdo entre la realidad y lo que algo dentro de mí esperaría. Esperaba. 

No es la conciencia. Ya la perdí. No me arrepiento de la vida. De mi vida. Solo que hay un sentimiento detrás de cada tonada del piano, de cada corazón al cual se debe aniquilar. De cada par de ojos con ilusión. 

Hay un momento del día en el cual pierdo la noción del espacio, del tiempo, del momento. Somos tú y yo. Mi mente y mi realidad. Compleja o no. Todo se calla hasta que suena el estruendo. Todo calla, todo en silencio, todo despacio hasta que suena el estruendo, 2 segundos después, el mundo se acelera. 

Somos pocos los que vivimos en una variante constante de tiempo. Somos pocos los que sobrevivimos a esa variante constante. Somos pocos los que vemos pasar el tiempo lentamente para luego acelerar, escuchar el ambiente y poder huir, correr, escapar, volar. 

Porque puedo volar, puedo volar lejos. Volar y no regresar. Yo no miro atrás. Yo no veo lo que deje. Lo que hice. No hay porque. Yo no veo el alma flotar, solo escucho el estruendo, veo esa luz caer y listo. El cambio está hecho. La pared derribada y la vida continúa. 

Y es que hay un tiempo pausado que no logro llenar. Ese tiempo que arrastra el momento. Solo se siente como mueve y llena de parches después del estruendo. Es un segundo. Dos tal vez. Nada más. 


El corazón acelerado. El cuerpo en movimiento. No se piensa. No se siente. No se vive. Algo actúa por dentro. Algo se mueve y mueve la vida, el mundo, a uno mismo. El momento es clave, es inspirador, es impactante. Impacto. Impactado.