miércoles, 14 de junio de 2017

i m p a c t o

A veces uno se topa con una pared de frente. Hay que variar el rumbo o afrontar algo que no se entiende. Es obligado. Es afrontarlo.

Hay que hacer lo que se tiene que hacer, no lo que se debería hacer. Aunque debería es una palabra que por contextos cambia.

Pensarlo, razonarlo y vivirlo, llorarlo y esconderlo, nada de eso ayuda a afrontar esa pared. Esa decisión de virar el rumbo. De modificar el status. De tomar una decisión. 

Sé que camino tome. Que camino debía tomar. Que camino debo seguir. No me arrepiento de ello. Me arrepiento tal vez de las razones que llevaron a tal pared. O de los factores que construyeron y pintaron dicha ilusión que luego no fue más que concreto real. 

Quiero, pienso y siento. No estoy vacío. No vivo por lo que pensaran otros. Vivo intensamente lo que la música, las luces, los colores y la falta de todo ellos me dictan. 

Mi corazón crea historias. Crea castillos, crea cárceles, infiernos, realidades, fantasmas. A veces me pierdo en mi mente. A veces me pierdo entre la realidad y lo que algo dentro de mí esperaría. Esperaba. 

No es la conciencia. Ya la perdí. No me arrepiento de la vida. De mi vida. Solo que hay un sentimiento detrás de cada tonada del piano, de cada corazón al cual se debe aniquilar. De cada par de ojos con ilusión. 

Hay un momento del día en el cual pierdo la noción del espacio, del tiempo, del momento. Somos tú y yo. Mi mente y mi realidad. Compleja o no. Todo se calla hasta que suena el estruendo. Todo calla, todo en silencio, todo despacio hasta que suena el estruendo, 2 segundos después, el mundo se acelera. 

Somos pocos los que vivimos en una variante constante de tiempo. Somos pocos los que sobrevivimos a esa variante constante. Somos pocos los que vemos pasar el tiempo lentamente para luego acelerar, escuchar el ambiente y poder huir, correr, escapar, volar. 

Porque puedo volar, puedo volar lejos. Volar y no regresar. Yo no miro atrás. Yo no veo lo que deje. Lo que hice. No hay porque. Yo no veo el alma flotar, solo escucho el estruendo, veo esa luz caer y listo. El cambio está hecho. La pared derribada y la vida continúa. 

Y es que hay un tiempo pausado que no logro llenar. Ese tiempo que arrastra el momento. Solo se siente como mueve y llena de parches después del estruendo. Es un segundo. Dos tal vez. Nada más. 


El corazón acelerado. El cuerpo en movimiento. No se piensa. No se siente. No se vive. Algo actúa por dentro. Algo se mueve y mueve la vida, el mundo, a uno mismo. El momento es clave, es inspirador, es impactante. Impacto. Impactado. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario