lunes, 6 de junio de 2011

Caminando entre las piedras.


Camino entre las piedras, pero choco con los obstáculos del camino, que siguen cayendo sobre mí. Nadie ve los rayos caer sobre mi cuerpo. Nadie me vera partir, porque nadie me esperara. Se volvió a romper mi corazón. Se volvió a caer la mágica vida que por unos meses tuve. Nadie volvió a hablar del temblor ni de las grietas. Nadie volvió a poner atención a las cicatrices que dejo el pasado año, yo lo olvide, todos lo olvidamos, pero aquello siguió allí.
Estoy clavado entre dos mares. Mirando las costas alrededor, a través de una vieja y quebrada botella. Solo, ahogándome en los profundos abismos de un inmenso mar que devora a sus presas, tan inocentes como la luna o la naturaleza, pero tan sufridas como el sol. Ellos lo previnieron, nadie les escucho. Nos fuimos caminando por una vereda sin luz, olvidando toda la historia y el pasado que acaba de atormentar nuestro mundo. La fantasía se perdió. La magia cayó y el mundo empezó a morir. Poco a poco. La peor muerte es aquella que toma el tiempo necesario para enviarte una y otra vez al inframundo, la tortura del sufrimiento y la resurrección. No hay más allá de esto. No hay luz. Hubo alguna vez algo como ello. Ya no existe.
Borraron los libros para olvidar, pero las cicatrices de nuestras pieles aun nos relatan aquella historia. Hoy leemos el arte, hoy leemos nuestra poesía pura escrita en los cuerpos de los sobrevivientes, en sus almas perdidas y en su esencia casi extinta. Nadie quiso ser el héroe que cargara con el peso de un espíritu en depresión. Nadie quiso ser el héroe que cuidara de su alma y de su ser. Todos huyeron al más allá. Todos murieron o lo harán. Aquí no se deslumbra mas que tinieblas que raramente se ocultan por algún rayo que cae del cielo y alegra lo que llamábamos día, pero que hoy simplemente representa la inercia del movimiento sin razón.
Nadie dijo que esto acabaría pronto. Nadie dijo que sería fácil. Trate de buscarte pero nunca te encontré porque ya no estabas entre los mortales. Eras un ángel de dios que cuido de mí. Fuiste quien me guardo de la muerte. Fuiste quien me cuido, quien me educo, quien me amo, quien me hizo quien soy hoy. Y poco a poco te dije adiós. Lento castigo de dios sin ninguna explicación. Me gustaría dormir tan profundamente como tú lo haces. Despertar y vivir de nuevo. El éxito rodeo alguna vez mi vida, pero nunca me lleno. No he logrado aprender todo lo que me enseñaste en tu vida. Si pudiera dormir por siempre podría olvidar todo lo que sucedió. Si pudiera dormir por siempre…si simplemente pudiera dormir por siempre…

domingo, 5 de junio de 2011

Carta a un martir

Es lamentable ver como la conciencia humana de muchos costarricenses esta varada en la estática mental, perdiendo la solidaridad y la tolerancia, viviendo sin valores humanos. Es lamentable como el mundo sigue su camino ante hechos que nos dejan sin palabras, que nos dejan con un gran sin sabor en nuestras bocas; hechos como el suscitado la madrugada del sábado en la que un joven de tan solo 21años vio como un criminal le negaba su derecho a vivir. Sin hacer referencia a su sexualidad, era un joven con un futuro prometedor, pero más allá de ello, era un ser humano quien fue baleado y a quien le han borrado sus sueños.
Vivimos en un país de derecho, según dicen las leyes. Vivimos en un país de paz, según predica el discurso del gobierno, pero esta pasada realidad está cambiando. Cada vez vemos más homicidios en nuestras calles. Cada día que pasa, caminamos con mayor temor por nuestro país. ¿Qué ha pasado con la Costa Rica de paz y amor que existía antes? Es aquí donde se acaban las palabras para nombrar lo triste y decepcionado que me siento de mi país, de mi gobierno y de muchas personas que nos rodean. Ya han muertos muchas personas en las calles por simple gusto de los criminales que siguen libres. En este momento una familia sufre la pérdida de un hijo. En este momento una comunidad entera extraña las sonrisas de esta persona. Pero no hacemos nada por cambiar nuestro destino, por volver a encaminar a esta sociedad que ha perdido sus valores y que quienes dicen defenderlos, se escudan bajo ideologías ultraconservadoras y discriminadoras.
No entra en mi pensamiento ciertas posturas de personas que han hecho comentarios discriminatorios y de odio ante la muerte de este joven, justificándola simplemente por su orientación sexual. ¿Qué tan enferma debe estar una sociedad que justifica la muerte de un ser humano por su sexualidad? No es posible discutir dicho punto. La muerte de un ser humano, de un joven costarricense no es algo que debería de pasar desapercibido, no es algo que deberíamos de simplemente mirar en los sucesos mientras almorzamos o cenamos sin siquiera sentir un poco de tristeza por su familia o su persona. Es lamentable y me resulta repugnante la postura de muchas personas ante esta muerte. La vida de un ser humano no tiene precio, nombre o categoría, no somos un producto, somos irremplazables.
Es cierto que muchos han muerto, que él no es el primero. Pero antes de utilizar esta escusa deberíamos de analizar esta misma frase. El no es el primero. Este caso se puede seguir repitiendo, inclusive involucrando personas de nuestra familia o nuestros allegados más queridos. Este fue un hecho que no está aislado. Ya muchas madres y padres han llorado a sus hijos por homicidas. Por un celular, por una bicicleta, a la salida de su trabajo o cuando hacen ejercicio, el hampa nos esta quitando a nuestros hijos, hermanos, padres.
No espero un cambio de la sociedad. Espero un cambio de al menos una persona que lea esto y de verdad sienta en su corazón la preocupación que sentimos muchos por este mundo, este mundo que pone precio a la vida de una persona. Este no es el país de paz que predican muchos. Esto ya es un campo de batalla en el que los inocentes sufren y mueren.