miércoles, 4 de diciembre de 2013

No he muerto, estoy vivo.


Ha pasado ya mucho tiempo desde que logré despedirme de aquellos árboles cansados que con sus altas y tupidas ramas y hojas tapaban la luz de llegar a mi vida. Ya hace mucho logré despedirme de aquellos truenos y de aquella oscuridad que cubría mi ser.

Hoy camino, en una primavera adelantada, por un campo lleno de flores, por un campo con un viento fuerte que me recuerda lo que era sentir antes de mi muerte inspiracional. Hoy camino por esa ladera, con mis ojos mirando el futuro, mirando mis deseos y es ahí donde entras tú.

En cada paso que doy, en cada esquina, en cada plano, en cada vista, ahí estás tu. Está tu rostro, está tu sonrisa dibujada y tus ojos mirándome desde el cielo azul. Estás tú hablándome, riendo conmigo, viendome a mi lado como ya varias veces he tenido el honor de verte, de sentirte, de tocarte, de quererte.

Hace mucho dejé de sentir, y pensaba que nunca más iba a suceder mientras vivía en la oscuridad bajo esos árboles cansados fue entonces cuando te descubrí, descubrí mi deseo materializado en tí. No hay excusas para mentir, por tu mirada siento inspiración y tocar tu piel es mi nueva adicción.

No se cuando durará este sentimiento, simplemente lo disfruto mientras pasa sin preocuparme por un futuro distante, comunicando todo y simplemente, disfrutando verte a los ojos mientras vuelvo a inspirarme.



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